La niña que no necesitaba comer

El siglo XIX fue un momento de fascinación por el espiritismo, la magia, los circos de rarezas y los prodigios de todo tipo. Uno de estos fenómenos fue la aparición de las fasting girls, algo así como "niñas ayunadoras". Eran niñas y mujeres que, si se daba crédito a su testimonio y el de sus familiares cercanos, sobrevivían sin comer nada o apenas nada durante periodos imposiblemente largos. El cristianismo veía el ayuno como una muestra de penitencia piadosa, practicada por muchos santos. La biografía de algunos santos detalla cómo pudieron sobrevivir de manera milagrosa sin alimento. Se creía que Dios había recompensado a estas niñas, almas puras, de manera que no necesitaban comer nada terrenal. En algunos casos, las ayunadoras tenían otro tipo de dones como la clarividencia o la estigmatización. 

Ilustración de Sarah Jacob, una fasting girl. Fuente: Wikimedia Commons


Desde el propio siglo XIX hubo voces críticas que consideraban que todo era un engaño muy elaborado con el objetivo de ganar dinero y notoriedad. Los escépticos aseguraban que las familias de las niñas eran cómplices del fraude y les facilitaban comida a escondidas. En la actualidad, se ha barajado la hipótesis de que estas jóvenes sufrieran de anorexia nerviosa u otro trastorno alimenticio similar mezclado con un fuerte sentimiento de piedad.

Sarah Jacob era una de estas niñas. Nació en el pueblo de Lletherneaudd, en Gales, en el seno de una familia campesina. Según sus padres, desde los diez años Sarah no había necesitado comer sin que esto hiciera mella alguna en su salud. Los padres, Evan y Hannah Jacob, empezaron a exhibir a la niña en público, asegurando que llevaba meses sin probar bocado. Un vicario local, en un principio incrédulo, quedó convencido de la veracidad del caso y volvió a Sarah una celebridad local. Numerosos visitantes desfilaban por su casa cargados de regalos y dinero. La prensa pronto se hizo eco de esta noticia, que se difundió rápidamente, trayendo consigo mucha publicidad, pero también despertó mucho criticismo. 

Con el objeto de analizar este caso desde un punto de vista científico, se contrató a un grupo de enfermeras del hospital de Guy en Londres para que, con el permiso de los padres de Sarah, vigilasen a la niña día y noche para comprobar que no comía a escondidas. Las enfermeras debían dar de comer a Sarah Jacob si esta lo pedía y debían tomar nota de todo lo que comiera. Durante dos semanas, la niña vivió sin comer nada. Sin embargo, los síntomas de su desnutrición eran evidentes. 

Ilustración en la prensa sobre el debilitamiento de Sarah Jacob. Fuente: Wikimedia Commons.


El vicario que había creído la historia de Sarah informó a sus padres de la situación y les instó a que echaran a las enfermeras para darle algo de comer. Los padre se negaron, afirmando que la habían visto así muchas veces y que sus síntomas no tenían que ver con la ausencia de comida. Pocos días después, Sarah Jacob moría de inanición. Sus padres fueron acusados de homicidio, cargo del que se declararon inocentes, y fueron condenados a hacer trabajos forzados. 

Tras la trágica muerte, se hizo una autopsia del cuerpo de Sarah. Se descubrió que su cuerpo estaba relativamente sano y había heces en su intestino, lo que indicaba que había estado comiendo hasta el momento de su supervisión. Parece que Sarah se había acostumbrado a comer pequeñas cantidades a escondidas, algo que no podía seguir haciendo en presencia de las enfermeras. 

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