La sirena de Fiyi y otras criaturas marinas falsas

El capitán de navío Samuel Barrett Edes se hallaba en Japón en 1922 cuando unos marineros locales le ofrecieron una mercancía nada habitual: El cuerpo disecado de una sirena.  Se trataba de un espécimen de pequeño tamaño, de las dimensiones de un niño. Es cierto que la criatura no era hermosa como las sirenas de las leyendas, su parte superior estaba completamente cubierta de vello y tenía la boca abierta en una mueca que dejaba ver una serie de afilados colmillos. El capitán no dudó un momento en adquirir el ejemplar a pesar de su elevado precio ($6,000 de la época) y llevarla consigo a Estados Unidos. Para pagarla, usó el dinero para los gastos del barco.

Sirena de papel maché procedente de la colección de Moses Kimball. Fuente: Wikimedia Commons

Samuel Barrett Edes tuvo la sirena expuesta durante un tiempo. El espécimen pronto se ganó el nombre de "la sirena de Fiyi" por su lugar de procedencia. Veinte años después de que la criatura llegase a Norte América, el hijo de Edes la heredó y encontró un comprador para tal rareza: Moses Kimball, del Museo de Boston. Tras la compra, Kimball llevó la sirena a Nueva York para enseñársela a P. T. Barnum, el célebre director de circo. En su autobiografía, Barnum describió a la sirena como: "un espécimen feo, seco, de aspecto negro, de unos tres pies de largo. Su boca estaba abierta, su cola torcida y sus brazos levantados, dando la apariencia de haber muerto en gran agonía". Barnum hizo que un naturalista analizase a la criatura y este no pudo asegurar su autenticidad. Aún así, el director de circo estaba convencido de que la sirena atraería al público, por lo que la alquiló a Kimball por $12,50 a la semana. La sirena fue exhibida en el Concert Hall de Nueva York durante una semana y posteriormente fue adquirida por el Museo Americano de Historia Natural. 

En la actualidad nadie duda que la serpiente de Fiyi fue una falsificación, conseguida seguramente a través de unir la parte superior de un mono y la inferior de un pez. La opinión más aceptada es que la criatura fue creada en Japón, quizá como una falsificación para obtener dinero fácil, aunque también es posible que tuviera una finalidad ritual. En Japón existe un yokai (especie de demonio no necesariamente maligno) llamado Amabie. Tiene tres colas de pez y un cuerpo peludo y es famoso por poder profetizar las cosechas y las epidemias. Curiosamente, por ese motivo se ha convertido en un símbolo de la pandemia del COVID-19.

 
Una "Jenny Haniver" o pez demonio. Fuente: Wikimedia Commons y grabado que representa un pez monje. Fuente: Wikimedia Commons

Fuera cual fuera la función original de la sirena de Fiyi, en Occidente surgieron muchas falsificaciones de esta a la vista del éxito de la exhibición de Barnum. Joe Nickell ha dado a estas imitadoras el nombre de "falsificaciones de una falsificación". De hecho, en la actualidad varios museos e instituciones aseguran estar en posesión de la sirena de Fiyi original, pero Nickell arroja serias dudas sobre todas ellas. Estas son de distintos materiales, las hay de papel maché, madera, restos de animales disecados... 

Las sirenas falsas, no obstante, no son algo exclusivo de Oriente. Ya en el 1558 el naturalista alemán Conrad Gesner advertía contra unas supuestas criaturas marinas que en realidad eran cuerpos manipulados de mantas rayas muertas. A estas fabricaciones creadas a partir de mantas se los conoce por el nombre de "Jenny Haniver". Suelen representar seres bípedos y relativamente antropomórficos, aunque sus formas son muy variadas: hay Jenny Haniver similares a dragones, ángeles o criaturas acuáticas. De hecho, existe una teoría de que estas falsificaciones fueron el origen del monje del mar, una supuesta criatura marina similar a un fraile que aparece con frecuencia en libros de naturalistas de la Edad Media y la Edad Moderna.

Fósil de la llamada "sirena del Tormes". Fuente: Artium

El caso más reciente es sin duda el ocurrido en 1951 en el Cerro de San Vicente, donde el abad y paleontólogo francés Jean Fontana descubrió lo que parecía el fósil de un hidropiteco, es decir, una criatura con aspecto sirénido. Tal criatura, similar en tamaño a la sirena de Fiyi pero formada por un esqueleto, estuvo expuesta en el Museo Arqueológico de Madrid ¿La trampa? Todo el asunto es un engaño llevado a cabo por Joan Fontcuberta, artista activo en la actualidad. Este se afeitó y vistió un hábito fingiendo ser el ficticio Jean Fontana para figurar en unas fotografías alteradas digitalmente. Por supuesto, el fósil de sirena también es una creación del artista. Fontcuberta es célebre por jugar con la percepción y credulidad del espectador.


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