En 1794, durante las guerras de la Revolución Francesa, un grupo de soldados en Lalain, cerca de la ciudad de Lille, informaron de un suceso prodigioso: en medio de una fuerte tormenta, había empezado a llover sapos. El primer incidente documentado de este tipo está descrito en la Historia Natural de Plinio el Viejo del siglo I. El autor habló de lluvias tanto de peces como de ranas. Es cierto que Plinio el Viejo no es precisamente una fuente muy fiable, pero las descripciones de animales cayendo del cielo como granizo son extremadamente abundantes a lo largo de las épocas y por toda la geografía mundial.
Grabado que representa una lluvia de ranas. Fuentes: Almanac
La lluvia de animales es un fenómeno muy extendido que consiste en la caída del cielo de peces, anfibios, mamíferos pequeños e incluso insectos. Con diferencia, los más frecuentes son los peces, seguidos de las ranas y los sapos, aunque también ha habido ocasiones de lluvias de animales como arañas, estrellas de mar, medusas e incluso gusanos. Lo que todas las lluvias tienen en común, ya sea del siglo I o del siglo XXI, es que siempre cae del cielo el mismo tipo de animal, nunca animales variados.
Estas lluvias de criaturas fácilmente podrían considerarse fruto de la fantasía de la Edad Media y la Edad Moderna, épocas en las que la sociedad era muy crédula y la medicina y las comunicaciones eran limitadas, haciendo que casi cualquier cosa se creyera posible. Sin embargo, hay una gran cantidad de testimonios de la caída masiva de animales del cielo posteriores al año 2000, lo que ha llevado a los científicos a buscar una explicación alternativa.
Hasta el siglo XVIII, estas peculiares lluvias se consideraban un castigo divino, en relación con las plagas bíblicas, o simplemente un fenómeno inexplicable como tantos otros. Una teoría para este suceso es la que propuso el célebre André-Marie Ampère, uno de los primeros científicos en buscar una explicación seria para las lluvias de animales. Consideró que las criaturas podían ser arrastradas largas distancias por fuertes rachas de viento. Las corrientes de aire ascendente de gran potencia han demostrado el poder de elevar objetos de un peso mayor al de estas animales y dispararlos a varios kilómetros a la redonda. Sin embargo, no hay ningún caso documentado en el que se hallan transportado animales por el aire de este modo. La aceptación de esta teoría, además, implicaría también la existencia de lluvias de rocas y otros objetos.
En la actualidad, sin embargo, una de las teorías más extendidas tiene que ver con los huracanes y las trombas de agua. Se cree que estos fenómenos meteorológicos pueden levantar del suelo a pequeños animales como roedores, batracios o peces y, a medida que el tornado baja de intensidad, estos saldrían proyectados a kilómetros de distancia. Juega en favor de esta teoría el hecho de que siempre llueva un mismo tipo de animal, ya que las criaturas de un peso similar serían disparadas por el huracán a una distancia similar. Sin embargo, nunca se ha podido comprobar que este hecho ocurra con otros animales que no sea pájaros y murciélagos, sorprendidos en pleno vuelo por el huracán. Además, en las crónicas y testimonios rara vez se habla de fenómenos meteorológicos de esa magnitud en las zonas cercanas.
Un caso excepcional es la lluvia de peces de Yoro en Honduras que ocurre anualmente. Comienza con una fuerte tormenta eléctrica, lluvias y rachas de viento. Después de varias horas de lluvia, el suelo aparece cuajado de peces vivos. Los locales los recogen y los llevan a sus casas para cocinarlos. Según los lugareños, los peces son de agua dulce y no son especies que habitualmente se pesquen en la zona. Los animales, sin embargo, no aparecen en los tejados, por lo que seguramente no caigan del cielo empujados por ciclones o vientos.
Los más escépticos consideran probable que las lluvias de animales no sean en realidad lo que parecen. Piensan que, tras unas lluvias torrenciales, quedan al descubierto criaturas que viven bajo la tierra, como gusanos, anfibios, insectos, pequeños mamíferos y algunas clases de peces que nadan en las aguas subterráneas. Las personas, al ver que el suelo está lleno de estos animales, piensan que han caído del cielo. Esta idea ya fue defendida por el filósofo Teofasto en el siglo IV a. C.
No obstante, no faltan aquellos que explican las lluvias de animales como un suceso paranormal a través de ideas especulativas. Algunos defienden que la lluvia de animales es producto del teletransporte y otros creen que los causantes son alienígenas que acaparan gran cantidad de animales terrestres para estudiarlos o para solarlos como lastre en sus naves espaciales.
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